2.4.08

INTERPRETACIÓN DEL PAISAJE DEL CAFETAL


Arq. Alberto Negrini V.
Paisajista

Necesidad histórica

El ser humano no es la excepción en la dependencia del territorio donde vive, tampoco lo es en la transformación que hace de este. Cada vez es más evidente que la transformación que las diferentes culturas realizan del territorio donde se desenvuelven pone en peligro la existencia misma de esas sociedades y de la especie en general.

El dilema está en que esta transformación ha sido entendida por las sociedades occidentales dominantes como una condición indispensable para el desarrollo partiendo de la premisa religiosa que plantea que el mundo ha sido creado para el uso y disfrute del ser humano y de que este no tiene límites en el tanto depende directamente de uno o varios dioses todopoderosos. La consecuencia para estas sociedades es que el hombre usa los recursos sin barreras morales y sin límites hasta llegar a situaciones de agotamiento de los recursos y de grave peligro para la sociedad, incluso de su desaparición. La historia de la Isla de Pascua es un vivo ejemplo de esto.

La implantación a ultranza de hábitos, métodos y formas de ver e interaccionar con el medio es propio de los procesos coloniales, la historia de Costa Rica no es la excepción, la colonia española primero y la dependencia socio-económica de Europa y Estados unidos después produjo la alteración de la manera como el ser humano americano precolombino interactuaba con su medio y lo transformaba.

Esta profunda alteración de grandes implicaciones culturales y económicas produjo una gradual alteración del entorno con la consiguiente pérdida de carácter e identidad acentuada y acelerada en los últimos años como producto de los procesos de globalización y metropolización hasta llegar a ser una amenaza de pérdida total del entorno con incapacidad para transmitir al ser humano un carácter local de identidad propia, capaz este de identificar personalidad de sitio y de cultura.

Distintas culturas despiertan a la necesidad de plantear una búsqueda de una identidad propia, Costa Rica no es la excepción a este proceso, el paisajismo tampoco lo es. Por esto se plantea la obligación científica y moral de buscar elementos que nos identifiquen como cultura y nos den elementos de unión entre el entorno natural y cultural.

Dada la necesidad de preservar el paisaje costarricense en toda su variedad y extensión se hace imprescindible el estudio de este para poder entenderlo pues sin comprensión no se puede manipular nada, por más buena intención que se tenga. Sin embargo

Como parte inicial de un esfuerzo por la búsqueda, comprensión y recuperación del paisaje costarricense hemos iniciado el estudio del paisaje del cafetal. Se ha escogido el paisaje asociado y determinado por este cultivo por cuanto es uno de los más importantes paisajes rurales del Valle Central y este cultivo ha conformado de manera muy particular la economía y la idiosincrasia costarricense. Además parte importante de este paisaje se ha venido transformado radicalmente en los últimos años debido a un voraz crecimiento urbano sin la más mínima planificación o consideración ambiental.

El Paisaje

Esta conciencia respecto a la interacción e interdependencia entre el ser humano y el entorno donde se desenvuelve (sea del tamaño y las condiciones que sea) incluye también al paisaje como recurso, particularmente como un recurso básico para preservar mantener una calidad de vida digna, profunda, espiritual y de potencialidad creadora.

Entendemos por paisaje el entorno donde se desenvuelve el ser humano, entorno que produce estímulos que son percibidos por el ser humano a través de sus sentidos, son analizados y comparados en el cerebro y ante los cuales reacciona, reacciones que producen sensaciones estéticas, filosóficas y morales.

Esto nos lleva al hecho que el paisaje es en tanto sea percibido por el ser humano, sin este fenómeno de la percepción es únicamente entorno o sustento básico de la acción del hombre, es entorno en términos ecológicos. Esta percepción es del paisaje como conjunto y posteriormente de sus componentes y atributos; el conjunto de componentes y atributos conforman los impulsos que percibiremos a través de los sentidos.

La percepción en el ser humano se da a través de todos los sentidos, conjuntamente entre varios de ellos e incluso más allá de su adición por efecto holístico, se da cuando físicamente son impactadas las terminales nerviosas de los sentidos por estímulos provenientes del exterior por medio de la luz (y sus cualidades), de los sonidos, por la percepción de moléculas en el aire o a través de las papilas gustativas y por el contacto directo táctil. Estos estímulos son canalizados al cerebro donde son analizados, análisis que se lleva a cabo de cada sentido independientemente o bien de varios de ellos en conjunto y que conlleva involucrar elementos de la memoria racional y emocional.

Para completar este proceso a través del cual se convierte entorno en paisaje es necesario que luego del análisis cerebral donde se conjugan la parte emocional y la parte racional se produzca una reacción; esta no es del tipo primigenio o de defensa sino altamente elaborada y probablemente se haga en la parte más “moderna” del cerebro. El resultado se da en términos de opiniones y sensaciones.

Ahora bien, el entorno del cual provienen los estímulos puede ser cultural o natural en el tanto refleje más o menos la intervención de una determinada sociedad o partes discernibles de ella, habida cuenta que las distintas culturas tienen diferentes acciones sobre su entorno, acciones producto de una determinada relación, tipificadas de dos formas básicas según E. A. Gutkind dependiendo del grado en que el hombre altera la faz de la tierra; la primera es la relación yo-tú representando la mutua adaptación entre el hombre y la Naturaleza mientras que la segunda, denominada yo-ello refleja la desavenencia.

El Paisaje como identidad

Por lo anterior el paisaje refleja la forma de ser de un determinado pueblo, refleja la forma en que este pueblo y sus partes discernibles interactúan con el entorno. Esto permite afirmar que el paisaje es el espejo de la identidad de un pueblo.

Costa Rica como particularidad geográfica, biológica e histórica ha visto como su identidad a sido manipulada por intereses particulares para hacerla coincidir o hacerla a su “imagen y semejanza” creando por tanto un proceso de alimentación bidireccional entre el paisaje y la imagen particular que se desea crear (a veces bucólica, a veces francamente entreguista y colonialista).

Esto ha hecho oscilar la creación y visión del paisaje por parte de los costarricenses y sus grupos de poder entre concepciones bucólicas (“yo no envidio los goces de Europa, la grandeza que en ella se encierra, es mil veces más bella mi tierra con su ...” ) y aquellas acordes con la Banana Republic o el trópico “Hollywoodense”.

Cada momento histórico particular produce cambios en el espacio donde este se lleva a cabo y esto no hace excepción para los particulares momentos en la historia de Costa Rica, especialmente con la introducción del café como cultivo comercial que vino a crear y consolidar un importante grupo de poder en el país con vigencia hasta nuestros días. Cultivo y determinación histórica que realmente produce una particular conformación del paisaje y la forma de ser del costarricense.

Tanto esto es así que nuestro folclore oficial y con el cual se identifica el costarricense es el que representa una bucólica y (muchas veces) falsa visión de la vida en el campo de las plantaciones de café. Pero, bien que mal, esto es un paisaje real, con el cual se interactúa y que produce estímulos; paisaje de partes discernibles y de clara imagen.

Esto permite afirmar que el paisaje del cafetal es un paisaje real, lo necesario es rescatarlo, entenderlo y preservarlo en tanto nos permite rescatar, entender y preservar la identidad del costarricense, libre de prejuicios y de falsas imágenes. En este proceso es en el que se desea contribuir con este estudio.

El Café

El café (Coffea arabica) es una planta de la familia de las Rubiáceas, arbusto siempreverde con un solo tallo basal ampliamente cultivado en los trópicos por su gran valor comercial. Su altura aproximada es de unos 4 a 5 metros aunque sus múltiples variedades tienen un amplio rango de altura desde 1,5 m. hasta más de 6m. de alto. En Costa Rica se introdujeron otras variedades para explotación comercial, una de ellas de hasta 15 m. de alto (Coffea liberica) que hoy existe solo como planta ornamental, el otro es el denominado café robusta (Coffea canephora) y tiene varios tallos basales y hojas más grandes que el café corriente. Existen en nuestro país por lo menos unas 15 plantas a las que se les llama comúnmente cafecillo pero que no tienen relación con el género Coffea y en la mayoría de los casos su parecido es nulo.

Desde el punto de vista paisajístico la planta de café tiene una altura media, similar a la altura de la persona por lo que establece relaciones muy interesantes respecto a una persona de pie o a una persona sentada y se puede usar como barrera vegetal para controlar las vistas. Su follaje por lo general es denso, verde oscuro brillante con juegos de claro oscuro y hojas tiernas de color verde sepia; sus flores son blancas, pequeñas, fragantes y amontonadas directamente en la rama, sus frutos primero verdes se tornan rojos al estar maduros por lo que este ciclo hace de esta una planta de interés diferente a lo largo del año con relativamente poco mantenimiento, particularmente en lo que a poda se refiere, no así en el control de plagas (ojo de gallo, roya, barrenador).

El café es originario de Etiopía y Sudán en donde se descubre en el siglo IX de donde pasó a la Península Arábica y de aquí a Java, posteriormente llegó a Amsterdam y a París, semillas de un ejemplar en esta última ciudad se llevaron a las Antillas Francesas en la segunda década del siglo XVIII de donde pasó a Jamaica, Haití, Martinica y el resto del Caribe incluyendo Cuba y luego a las colonias españolas continentales. Estos cultivos competían con los de Ceylán (Sri Lanka) y Java. No se sabe con exactitud cuando fue introducido en Costa Rica pero se cree que las primeras semillas llegaron entre 1.791 y 1.808 como curiosidad botánica. El presbítero Felix Velarde tenía un cafetal en San José a cuatro cuadras de la Plaza Central, a partir de allí se propagó cultivado por descendientes de españoles, luego se inició su comercialización por alemanes e ingleses.

Hay unos 80 países productores de café, 5 de ellos producen el 45 % del total, Costa Rica ocupa el onceavo lugar con el 2, 8 % de la producción pero con la mayor productividad mundial debido a la introducción de variedades compactas resistentes a la roya, al control fitosanitario y a la aplicación de nuevas tecnologías agrícolas.

Primeros pasos del cultivo

Desde el inicio de la siembra comercial de esta planta el paisaje nacional ha cambiado paulatinamente, así en 1832, época de la primera exportación a Chile, nuestro país tenía cerca del 2% del territorio intervenido, en el Valle Central el paisaje lo conformaban principalmente los potreros y la siembra de alimentos básicos además de tabaco como un resabio de la colonia, entre Esparza y Grecia había ganado y agricultura, en Guanacaste alguna ganadería extensiva y en Matina cacao. Hasta 1850 el café se siembra en el Valle Central pero ya en 1890 se siembra en la margen norte de la carretera a San Ramón y en 1935 se encuentra en Turrialba, Tilarán, Acosta y Tarrazú.

Según datos del libro de Carolyn Hall en 1833 el 65 % de las exportaciones del país eran de brasil, 13 % cueros, dulce de caña 6 %, café 5%, zarza 5%, carey 2 % y concha 1 %. Estos datos nos muestran que apenas una cuarta parte de las exportaciones eran de productos agrícolas o agroindustriales, el resto de las exportaciones se basaba en la extracción. Diez años después el café ocupa cerca del 90 % de las exportaciones hasta 1.890.

Viendo el comportamiento histórico de este proceso, el café por lo general sustituye la siembra de cultivos básicos y se mantiene la estructura agraria de unidades familiares, se produce un cambio de uso agrícola pero no se bota bosque; posteriormente y conforme aumenta la población se extiende a nuevas zonas de colonización agrícola llevando consigo el desarrollo de la infraestructura económica y facilitando la expansión de la frontera agrícola, además al no tener que competir con ningún otro cultivo comercial configura un paisaje único en zonas ecológicas similares, de pequeña propiedad y con ciclos y tradiciones similares lo que configura el típico paisaje rural costarricense.

Si tomamos como ejemplo lo sucedido en el Cantón de Santa Bárbara de Heredia comparando el uso de la tierra con un siglo de diferencia (entre 1.862 y 1.967) encontramos que en 1.862 los potreros representan casi la mitad del área del cantón, la caña de azúcar y los alimentos básicos tenían una cobertura del 16 % aproximadamente cada uno y el café apenas el 1,6 %; en 1.967 los potreros representan el 20 %, la caña de azúcar el 8 % (sobre todo en el extremo Noreste), los alimentos básicos el 3 % y el café el 53 %. En este período el café ha desplazado a la caña de azúcar, a los alimentos básicos y a los potreros en el área central y a los alimentos básicos y los potreros en su parte Norte donde curiosamente el área de caña de azúcar se ha expandido respecto a 1.862.

Principios del siglo XX

Una rápida vista a principios del siglo XX nos muestra un típico paisaje que ahora identifica el paisaje del Valle Central (aunque haya desaparecido de muchas zonas). Los cafetales se extendían profusamente en las áreas rurales, unos cuantos potreros y algunos otros cultivos aparecían aquí y allá; estos cafetales eran bastante más altos que hoy día, podían llegar casi a los 5 metros, por tanto no era posible que la vista pasara por encima de ellos, podemos imaginar parajes umbrosos, calles principales serpenteando acorde a la topografía y las calles internas de los cafetales más bien rectas; tanto los cafetales como los caminos estaban muy sombreados con altos árboles (con razón la llorona, el padre sin cabeza, la carreta sin bueyes eran “asiduos visitantes” de estos sitios).

Cerca de los beneficios o las casas de la hacienda era posible encontrar algunas pequeñas manchas boscosas, frecuentemente a la orilla de los ríos o los caminos; potreros, plantaciones pequeñas de caña de azúcar y a veces algunos cultivos básicos como maíz y frijoles.

Esparcidas en este paisaje aparecen las casas familiares rodeadas de jardines con gran diversidad de plantas, casas limpias, encaladas, muchas con techo de teja; estos jardines aparte de ser un regalo a los ojos de los costarricenses de ese entonces producían variedad de alimentos y medicinas; entre los primeros están los frutales, principalmente los naranjos, los jocotes y otros, plátanos, chayotes, etc., mencionamos además la ruda, la albahaca, la borraja, la malva y muchas otras.

Estas casas luminosas dentro de un paisaje iluminado pero umbroso, lleno de brillos pero profuso en sombras y detalles, abundante en tonos de verde oscuro, con cercas vivas variadas, llenas de interés, llenas de detalles tanto en los taludes de los caminos como en los propios árboles cargados de epifitas.

Este paisaje no cambia con las haciendas cafetaleras, por el contrario se hace más extenso, sin embargo se produce un cambio con la aparición de las casas de las plantaciones, continuas, del mismo tipo arquitectónico, del mismo color, en línea recta a un lado del camino; primer paso a la uniformidad y la repetición dentro del paisaje del cafetal.

El cafetal ataca

Con la expansión cafetalera en el primer tercio del siglo XX aparecen plantaciones en Tilarán, Puriscal, Acosta, Tarrazú y Turrialba donde sí hay una acción directa sobre las áreas de bosque al igual que sucede posteriormente en San Carlos, Sarapiquí, Coto Brus y el Valle del General. En estos sitios se produce un cambio radical del paisaje.

Algunas haciendas cafetaleras de principios del siglo XX en los alrededores de la ciudad capital muestran lo que era el paisaje en esa época, por ejemplo la Hacienda San Rafael con el beneficio Las Gemelas, en Montes de Oca, en ese mismo sitio Hacienda Las Azalias de Francisco Montealegre, Hacienda La Marta en Granadilla, propiedad de M. Koberg S., Fincas Doña Rosario, Don Otto; Colima, de Florentino Castro Soto en Tibás, Hacienda La Rosa de Narcizo Esquivel en La Uruca; todas ellas son parte del casco urbano hoy en día, crecimiento que se manifiesta espontáneo, desordenado y caótico, a veces siguiendo el trazo de las calles y límites de esas antiguas propiedades y plantaciones.

En la segunda mitad del siglo el paisaje del cafetal sufre trastornos importantes por varias razones, algunas de ellas superpuestas. En primer lugar la mencionada expansión se da en muchos sitios donde el café forma parte de la frontera agrícola (desplaza el bosque), en segundo lugar por el cambio a variedades más pequeñas (como Catuei y Caturra) y tercero, ya sin la necesidad de la sombra de las plantaciones desaparecen los árboles de estas, además las cercas se hacen menos diversas.

Paisaje del cafetal

Con variedades más bajas (1,5 metros de alto) y sin sombra, los cafetales producen sensaciones diferentes en el paisaje, se puede apreciar la textura de la planta y el cafetal manifiesta una textura coposa, en general el verde claro de las hojas más tiernas se hace prominente y bajo ellas siempre con una textura manifiesta, aparece a la vista el juego de brillo y sombras de la planta de café; largas hileras continuas que vistas en su conjunto producen la característica del nuevo cafetal, copos verdes, brillantes, en juegos de claroscuro, agrupados en líneas perpendiculares a la pendiente, adaptadas a la topografía y conformando así planos que reproducen la forma del terreno únicamente con bordes oscuros conformados por las cercas tapavientos.

Antes de estos cambios, el cafetal poco se diferenciaba de un bosque tanto visto desde lejos como desde cerca. Árboles de sombra como las guabas (Inga sp.), el llama del bosque (Spathodea campanulata), el poró extranjero (Erytrina poeppigiana) entre otros eran característicos de este paisaje, en algunas zonas se utilizaba cedro (Cedrela odorata), guanacaste (Enterolobium ciclocarpum), higuerón (Ficus costaricana entre otros) y muchos más. En las cercas era frecuente el uso de madero negro (Gliricidia sepium), del indio desnudo (Bursera simarouba), los mismos higuerones, el jocote (Spondias purpurea) y otros más.

Sin embargo otro nuevo elemento paisajístico aparece, nos referimos a las cercas tapavientos, altas, densas, por lo general de hoja más oscura que el café y de mucho menos brillo, de textura como conjunto mucho más uniforme, aportando un elemento fuertemente lineal dentro de esos planos texturados y coposos acorde a la topografía. Un contraste ideal para las plantaciones, sobre todo si se considera que estas cercas tienen una dirección lineal variada respondiendo a patrones de agrupamiento diferentes de los que responde la plantación como tal y por tanto aportando interés al paisaje.

Vale la pena notar que muchas de las especies de árboles para sombra se tomaron de las mismas especies nativas de estos parajes pero otras fueron introducidas con este fin, tal es el caso del llama del bosque, el poró extranjero, manzana de agua, entre otras.

Este cultivo, tan importante en la economía costarricense ha tenido tres etapas básicas en lo que a paisaje se refiere, la primera de ellas se inicia con su introducción hasta la consolidación como cultivo de exportación y como monocultivo (finales del siglo XIX y principios del siglo XX) conformando un paisaje diverso, umbroso, lleno de claroscuros, interesante, variado y pintoresco, útil hasta en su más mínimo detalle, con los recursos a la mano del campesino, ambiente que configura mucho del pintoresquismo nacional, es la consolidación de la nacionalidad (por lo menos en la parte central del territorio) y es el paisaje que descubrirán los pintores nacionalistas de principios del siglo XX, paisaje luminoso.

La segunda etapa se inicia con la expansión cafetalera de 1.935, sucesión de eventos que van conformando un nuevo paisaje, nuevos cafetales que sustituyen al bosque, pierden diversidad e interés, su composición lumínica y de texturas se hace más extensiva, deja de ser el paisaje del detalle que se vive desde adentro y se convierte en el paisaje para vivirlo desde afuera, por la nueva estructura socioeconómica; racional y emocionalmente es algo ajeno aunque todavía configura la esencia del paisaje o entorno dentro del cual se desenvuelve el ser humano.

Una tercera etapa se da en el último tercio del siglo XX con la migración hacia las ciudades y la expansión urbana, paisaje que se ve acosado por la ciudad, donde el ciudadano no vive el cafetal, lo desprecia, es el obstáculo a vencer (no solo por los urbanizadores), es el sitio donde ya no sale la llorona, ahora es el sitio desde donde se puede ser atacado por delincuentes o bien el sitio donde se cometen los crímenes. Este cultivo desaparece rápidamente como paisaje emocional, se relega, no al olvido, sino al sitio de los malos sentimientos y pensamientos.

Potencial para el diseño

Si bien el cafetal es un paisaje y una emoción, el café como elemento unitario y el cafetal como paisaje tienen el potencial de ser utilizados paisajísticamente en la creación del nuevo paisaje, además de entenderlos dentro del esfuerzo por recrear este paisaje presente en la memoria colectiva de un pueblo y símbolo de la forma de ser del costarricense.

No es nuestra intención ni objeto de este estudio dar recetas para recrear paisajes, pero creemos que utilizando las cualidades y no los elementos podemos crear paisajes de interés y valor, usando los claroscuros, los brillos, las texturas, las tonalidades, la umbrosidad, el verde, las alturas en relación al ser humano, etc. Trabajar en la búsqueda consciente de las emociones asociadas al paisaje del cafetal, en fin, en su recuperación y recreación. El reto queda abierto.

Síntesis histórica


Desde que fue introducido en Costa Rica, con el primer cafetal en San José a cuatro cuadras de la Plaza Central, este cultivo ha sido, no solo el motor de la economía nacional, sino el centro de la conformación del paisaje, tanto físico como emocional para buena parte de la geografía del país.

Para 1832, época de la primera exportación a Chile, el país comienza a sufrir la transformación del paisaje desde el 2% del territorio intervenido (principalmente potreros y la siembra de alimentos básicos además de tabaco, entre Esparza y Grecia había ganado y agricultura, en Guanacaste alguna ganadería extensiva y en Matina cacao); ya en 1850 el café se siembra en el Valle Central y en 1890 se siembra en la margen norte de la carretera a San Ramón y a partir de ese momento la explotación cafetalera se acentúa y con ello la expansión del cultivo y su consiguiente cambio en el paisaje.

Este cambio radical se vuelve a dar


Síntesis paisajista

Plantas relacionadas con el cafetal:

Achiote
(Bixa orellana)
arbolito, cercas y jardines, color, utilitario

Ala de ángel
(Begonia coccinea)
planta baja, paredones, jardines

Aliento (hoja pequeña)
(Adiantum raddiatum)
planta baja, paredones, jardines

Aliento (hoja rectangular)
(Adiantum peruvianum)
planta baja, paredones, jardines

Barrabás
(Euphorbia cotinifolia)
árbol, cercas, color

Arrecachillo
(Myrrhidendron donnell-smithii)
arbolito, jardines
Banano
(Musa acuminata)
sombra, jardines, alimento y forraje

Caña india (con amarillo)
(Dracaena fragans "massangeana")
cercas, adorno

Caña india (verde)
(Dracaena deremensis "Janet Craig")
cercas, adorno

Carao
(Cassia grandis)
árbol, sombra, alimento, medicina, color

Cedro
(Cedrela odorata)
árbol, sombra, madera

Chayote
(Sechium edule)
jardines, alimento

China
(Impatiens walleriana)
jardines, paredones, color

Colpachí
(Croton smithianus)
cerca, tapavientos

Corazón de Jesús
(Caladium bicolor)
paredones, jardines, follaje interesante

Corazón de María
(Zephyranthes grandiflora)
paredones, jardines, follaje interesante

Cordyline
(Cordyline fruticosa)
cercas, follaje de color

Filodendron
(Philodendrum microstictum),
áreas umbrosas

Garrobo
(Syngonium podophyllum)
áreas umbrosas

Guaba
(Inga edulis)
sombra, alimento

Guaba machete
(Inga spectabilis)
sombra, alimento

Guácimo (
Guazuma ulmifolia)
hito, forraje

Guanacaste
(Enterolobium ciclocarpum)
sombra, juego, madera

Higuerón
(Ficus costaricana entre otros)
sombra, cercas

Hoja pintada, sarampión
(Hypoestes phyllostachya)
cercas, paredones, follaje de color

Indio desnudo (
Bursera simaruba)
cercas, sombra, tronco interesante

Itab
(Yucca guatemalensis)
cerca, jardines, color y alimento

Jobo
(Spondias mombin)
cercas, alimento

Jocote
(Spondias purpurea)
cercas, alimento

Llama del bosque
(Sphatodea campanulata)
sombra, color

Madero negro
(Gliricidia sepium)
cercas, color

Manzana rosa
(Syzgium jambos)
cercas, tapavientos, alimento

Mata morada
(Strobilanthes dyerianus)
cercas, follaje de color

Naranja dulce
(Citrus sinensis)
jardines, alimento
Níspero
(Eriobotrya japonica)
cercas, jardines, alimento, adorno

Pavón
(Megaskeperma erythrochlamys)
cercas, jardines, color

Pavón amarillo
(Justicia aurea)
jardines, color

Plátano
(Musa acuminata x balbisiana)
sombra, jardines, alimento, forraje

Poró
(Erythrina glauca, E. Lanceolata y otros)
cercas, sombra, color y juego

Poró cimarrón
(Erythrina costarricensis)
cercas, color

Poró extranjero
(Erythrina poeppigiana)
sombra, color

Reina de la noche blanca
(Brugmancia candida)
cercas, jardines, color y olor

Reina de la noche rosada
(Brugmancia suaveolens)
cercas, jardines, color y olor

Sanchezia
(Sanchezia nobilis var. Glaucophylla)
jardines, follaje interesante

Targuá
(Croton draco)
cercas, sombra

Trueno
(Ligustrum lucidum)
cercas, tapavientos

Ventana
(Monstera friedrichsthalii)
zonas umbrosas





Bibliografía

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Courtright, Gordon. Tropicals. Timber Press, 1995

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Herrera Balharry, Eugenio; Los Alemanes y el Estado Cafetalero. Editorial UNED, 1988.

Hall, Carolyn. El Café y el Desarrollo Histórico-Geográfico de Costa Rica. Editorial Costa Rica, 1991

Stone, Samuel. La Dinastía de los Conquistadores. Editorial Universitaria Centroamericana.

Gudmundson, Lowell. Costa Rica antes del café. Editorial Costa Rica, 1990.